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Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 1 de enero de 1989
en Albany, New York, Estados Unidos

Texto original: Your Most Primary Relationship

Más información sobre este texto


Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.


Volumen 2 > Relaciones y Propósito Superior > Capítulo 1

Para comprender el verdadero significado y propósito de tus relaciones debes comenzar con tu relación más primaria de todas. Ella es una relación que proporciona el contexto más amplio de todas tus otras relaciones a todos los niveles. Es una relación que es tu comienzo y tu lugar de descanso final. Es la única relación que establece tu propósito para estar en el mundo, el valor de tu crecimiento y desarrollo y la dirección y el objetivo de todas tus contribuciones en la vida. Es la relación que es más esencial para tu bienestar y tu comprensión de ti mismo y del mundo. Sin embargo, puede que sea la relación a la que das la menor atención. Puede que sea la relación que menos te preocupa. De hecho, puede que no sea una relación en la que hayas pensado en serio en absoluto.

Esta es tu relación con Dios. ¿Qué es Dios? Se podría decir que Dios es la suma de todas las relaciones. Dios es la consumación de todas las relaciones. Esta es una definición útil, ya que te permite experimentar a Dios como una fuerza y un poder vivo en tu vida en lugar de un principio absoluto o un gran y sublime Ser cuya realidad está enteramente fuera de tu alcance y de la vida en el mundo.

La experiencia de Dios se puede encontrar en el contexto de cada relación —en tu relación contigo mismo, en tu relación con tu cuerpo físico y tu mente, en tu relación con los demás, en tu relación con la naturaleza y con otros seres vivos en el mundo, en tu relación con el mundo mismo y en tu relación con la Comunidad Mayor de mundos en el Universo que te rodea.

Para acercarte a tu relación con Dios, es necesario hablar sobre tu propósito en el mundo. Este tema debe ser abordado muy directamente porque tu relación con Dios indica que estás aquí en el mundo con un propósito. Esto debe entenderse, y debe ser una premisa en cualquier investigación valiosa dentro de la que tu relación con Dios esté establecida. Tú tienes una relación con Dios, y debido a que estás en el mundo, estás aquí por un propósito.

Aquí Dios debe ser visto como muy grande y muy inclusivo, extendiéndose mucho más allá de la experiencia normal de estar en el mundo y de los asuntos e interacciones cotidianos. Aquí, más que ser un objeto o un Ser singular, Dios puede ser reconocido como el contexto para toda tu experiencia. En otras palabras, Dios es el ambiente en el que funcionas. Se trata de un ambiente espiritual y mental, pero que afecta a tu entorno físico. Sin embargo, Dios es más que un ambiente. Dios tiene una Mente, una Voluntad y un Propósito. Esto es incomprensible para ti ahora en su totalidad, porque tú no puedes estar al margen de esta Mente y éste Propósito y ser capaz de discernir su significado. Sólo puedes unirte con ellos, y en la medida en la que puedas unirte con ellos será la medida en la cual experimentarás su realidad, su valor y su necesidad inmediata en tu vida.

Tu relación con Dios tiene que hablar de tu propósito, porque Dios es grande y el mundo es pequeño. ¿Por qué estás en el mundo, si tienes una relación con Dios? ¿Qué pudo haberte traído a un lugar donde el conflicto y la disociación parecen tan predominantes? ¿Has pecado contra Dios? ¿Te ha enviado Dios lejos de la paz y la perfección de la realidad de Dios? ¿Estás en el exilio? ¿Eres un náufrago? ¿Te has rebelado contra Dios y buscado refugio en un entorno diferente? Todas estas son preguntas muy fundamentales que toda persona que ha empezado a pensar sobre su realidad y el valor de su vida debe finalmente hacerse. Sin embargo, la verdadera respuesta a estas preguntas sólo puede satisfacerse mediante el cumplimiento de tu propósito aquí. Sólo entonces podrás ver, experimentar y conocer la realidad de Dios y la realidad del mundo. Realmente es muy simple, pero tú debes estar en condiciones de ver esto. Debes de haber llegado a este punto de vista, o lo que es simple y obvio te parecerá remoto y confuso.

El énfasis aquí es para que puedas llegar a ese punto de vista donde puedas ver tu relación con Dios y contigo mismo claramente mientras estás en el mundo. Es desde este punto de vista que serás capaz de ver la relación de todas las cosas. Al igual que escalando una gran montaña, debes llegar a una cierta posición en la que se hace evidente la relación de esa montaña con todo lo que la rodea. Desde este punto de vista, verás por qué no podías haber comprendido el significado general de tu existencia antes. Anteriormente, estabas consumido dentro de un cierto grado de desarrollo y todo lo que podías ver era esa etapa de desarrollo. Sin embargo, cuando mires hacia abajo de la montaña y veas el camino mucho más abajo, dirás: “Sí, desde ese punto de vista más bajo, sólo podía ver el camino y mis circunstancias inmediatas.” Tal vez en ese camino tú pierdas la pista de la montaña y su cumbre en conjunto. Sin embargo, al llegar a este punto de vista más elevado, tu perspectiva será más completa. Por lo tanto, para responder a las preguntas fundamentales de la vida, debes llegar al punto de vista donde la respuesta es evidente.

En la vida, Dios es por lo general la última relación que es considerada seriamente. Cuando el verdadero significado, propósito y valor no son evidentes, las personas asignan valor a sus relaciones en base a sus propias necesidades inmediatas, sus preferencias y su comprensión. Así es como se establecen los sustitutos del verdadero significado, propósito y valor. Esto hace que sea muy difícil para la mayoría de las personas tener alguna comprensión del verdadero significado, propósito y valor de sus propias relaciones. Porque sin la verdad, sólo puede haber los sustitutos de la verdad. El crecimiento espiritual verdadero tiene que ver con superar o dejar a un lado los sustitutos de la verdad a fin de que la misma verdad pueda abordarse, comprenderse, aceptarse y abrazarse.

¿Cuál es tu relación con Dios? ¿Quién es Dios? ¿Quién eres para Dios? Estas preguntas son importantes, pero ahora sólo estás en una posición para tenerlas parcialmente contestadas. Sin embargo, esta respuesta parcial te dará lo que necesitas para proceder con seguridad y fuerza. Te proporcionará el criterio desde el cual puedes organizar tus relaciones, de tal manera que estén bendecidas y te den el debido crédito en el servicio a tu propósito más elevado aquí.

Has venido de un lugar donde Dios es real a un lugar donde Dios parece ser irreal. Has venido de un estado mental donde la vida es penetrante e intrínseca a un lugar donde la vida parece disociada y particular. Has venido de un lugar de paz y armonía a un lugar de conflicto y discordia. Has venido de un lugar de total aceptación a un lugar de separación, competencia, ataque y así sucesivamente.

¿Cómo puede ser, entonces, que tengas una relación con Dios cuando estás en un lugar llamado mundo? Esta es una de las grandes paradojas de la vida, una paradoja que impide a muchas personas la aceptación y la comprensión de la realidad de su relación más primaria. Porque ¿cómo puede ser que Dios realmente pueda existir si el mundo realmente existe? Si Dios creó el mundo que ves, entonces Dios o bien es tonto y cruel o extremadamente limitado en poder y capacidad. Si Dios es tonto, Dios ha cometido un terrible error. Si Dios es cruel, Dios quiere castigaros por algún error o deficiencia vuestra. Si Dios es limitado, entonces Dios está usando el mundo para afirmar sus propias fuerzas y valor. Que Dios debiera dudar de su propio valor sería un signo de debilidad evidente. Si crees que Dios ha creado el mundo que ves, debes asumir entonces, o concluir finalmente, que Dios es o bien tonto o cruel o extremadamente limitado en poder.

Dado esto, Dios es sin duda algo en lo que no puedes confiar, a lo que no puedes entrégate o con lo que no puedes identificarte completamente. Porque si Dios es tonto, entonces compartirás el error de Dios, y tendrás que pagar por ello. Si Dios es cruel, Dios te castigará. Y si el poder de Dios es limitado, entonces no tendrás fe en él para servirte a ti y al mundo de una manera beneficiosa. Estas son cuestiones teológicas fundamentales, pero, como verás, son esenciales en la determinación de tu sentido de quién eres y por qué estás aquí.

Sin embargo, si Dios no creó el mundo que ves, entonces, ¿quién lo hizo? Si la realidad de Dios no es compatible con el mundo que ves y si la mente de Dios no se refleja en el mundo que experimentas, entonces, ¿cómo podría el mundo que experimentas llegar a existir? ¿Existe realmente? Porque si Dios no creó algo, ¿cómo puede ser real si Dios es el autor, la fuente y el significado de la vida?

Para que experimentes tu relación con Dios, debes darte cuenta de que has venido desde un lugar de la realidad para establecer esa realidad en un lugar donde ella ha sido olvidada y negada. Este es tu propósito. Dios te ha dado Conocimiento, tu poder espiritual, para lograr esta tarea. Para decirlo de otra manera, tú has venido desde tu Antiguo Hogar a un lugar donde estás lejos de Casa, a fin de establecer tu Antiguo Hogar aquí.

¿Significa esto, entonces, que viniste para establecer el Cielo en la Tierra? Sólo parcialmente. La Tierra no puede ser el cielo. Sin embargo, tú puedes experimentar el Cielo mientras estás en el mundo. El mundo seguirá siendo un lugar físico —un lugar de crecimiento, cambio y decadencia, un lugar de circunstancias cambiantes y de fuerzas opuestas—. Aquí no necesitas tergiversar el mundo creyendo que es tu Antiguo Hogar. Aquí no necesitas hacer caso omiso de la realidad del mundo con el fin de apoyar una idea espiritual sobre el mundo. Porque el mundo seguirá siendo el mundo. Sin embargo, tu experiencia de él puede ser totalmente transformada. Y ella necesita ser transformada para que encuentres satisfacción, felicidad y contribución aquí.

Vamos a explorar esto más a fondo. Habéis venido de un lugar de la realidad absoluta, donde no hay preguntas, y la respuesta es totalmente experimentada a un lugar donde hay innumerables preguntas y ninguna respuesta aparente y, por lo tanto, no hay base para la verdadera experiencia. Porque solo la realidad puede ser verdaderamente experimentada, y cualquier sustituto de la realidad sólo puede ser considerado e imaginado durante un cierto período de tiempo. Esto es por lo que el mundo sólo puede ser experimentado por un cierto período de tiempo. Todo lo que contiene sólo puede ser experimentado por un cierto período de tiempo. Es por eso que tu espacio de tiempo en el mundo es limitado. Para que pudieras experimentar el mundo de forma permanente, el mundo tendría que ser como tu Antiguo Hogar, de dónde has llegado. Este no sería el mundo que experimentas actualmente. Este no sería el mundo que actualmente compartes con los demás. De hecho, no sería el mundo en absoluto.

El énfasis aquí no es tratar de hacer que el mundo sea perfecto, sino traer tu experiencia de tu Antiguo Hogar al mundo para que la evolución del mundo pueda ser servida y fomentada. De esta manera, puedes hacer tu contribución específica, mientras que estás aquí para que la separación entre este lugar y tu Antiguo Hogar pueda disolverse.

Tu Antiguo Hogar es el lugar donde vives, el mundo es el lugar donde has venido a trabajar. Has venido al mundo para trabajar. Dios te ha enviado, y tú te has enviado a ti mismo, porque allí está el Conocimiento perfecto que necesitas para estar aquí. Esto no es como si tú y Dios hubieseis hecho un pacto, o Dios te hubiera obligado a hacer algo que no querías hacer, o hiciste algo que Dios no quería que hicieras. En el Conocimiento, no hay disensiones y no hay fuerzas opuestas. Hay sólo lo que es real y la certeza de lo que debe hacerse.

Por lo tanto, tú has venido desde tu Antiguo Hogar a un lugar de trabajo. Tu trabajo en el mundo se divide en dos áreas. Una de ellas es la transformación de tu experiencia de ti mismo y tus relaciones y la otra es la prestación de tu contribución específica al mundo. Sin la primera, la segunda no sucederá, y tu experiencia de las relaciones no estará en armonía con la vida misma. Tú no serás capaz de reconocer y prestar tu contribución por completo. De hecho, tu contribución sin generar será un gran peso y una carga para ti, un problema y no una solución. Se te da esta enseñanza en las relaciones y el propósito superior para que puedas ser capaz de descubrir tu aportación y hacerlo en armonía descubriendo la verdadera naturaleza y el propósito de tus relaciones en el mundo.

Qué es la vida sino relación. Todo es relación. Visto de esta manera, entonces, tú estás en condiciones de determinar cómo puedes proceder mejor. Se te da autoridad en el mundo. Se te da la opción de elegir, aunque las opciones son muy limitadas. Esta comprensión es absolutamente vital para el éxito aquí. Se te da el poder para manejar tus asuntos, y sin embargo, esto da a Dios una mayor autoridad en tu vida para guiarte y prepararte. Esta perspectiva permite que tu relación con Dios tenga significado, mientras que estás en el mundo.

Tú experimentas a Dios a través de descubrir y llevar a cabo tu propósito para estar aquí. Si no estás cumpliendo el propósito para el que has venido, estarás en una profunda confusión con respecto a tu relación contigo mismo, con los demás, con el mundo y con Dios.

Has venido al mundo porque sabías que tenías que hacer esto. Dios sabía que tenías que hacer esto porque el mundo es un lugar donde el trabajo tiene que ser realizado. Tu verdadera razón para venir al mundo es volver a establecer tu experiencia de tu Antiguo Hogar aquí y dar los regalos específicos que fuiste enviado a contribuir.

Tu relación con Dios no puede ser comprendida intelectualmente. Tiene que ser experimentada. El desarrollo de esta experiencia se basa en tu deseo de ella y en tu capacidad para ella. El deseo y la capacidad. Éstos determinan tu rango de experiencia en tu relación con todo el mundo y todas las cosas. De hecho, estos dos criterios determinan el alcance de tu experiencia. Por lo tanto, cultivar y nutrir tu deseo de Conocimiento y expandir tu capacidad para el Conocimiento es lo que te permitirá crecer y progresar.

Para empezar a mirar tu relación con Dios, primero debes llegar a ser muy honesto acerca de cómo ves a Dios en este momento. No es suficiente simplemente creer que amas a Dios o que Dios te ama. Porque esto es sólo una esperanza y no se basa en la certeza y la convicción. Como tal, sólo oculta tu desconfianza, incertidumbre, evitación y culpa. Oculta lo que necesitas para descubrir, para que tu relación con Dios se vuelva real, saludable y vital.

Ahora es necesario que pienses acerca de tu relación con Dios. Pregúntate a ti mismo: “¿Amo a Dios? ¿Confío en Dios? ¿Dios me ama? ¿Dios confía en mí? ¿Dios es digno de amor y de confianza? ¿Soy digno de amor y de confianza? ¿Merezco tener a Dios? ¿Se merece Dios tenerme? ¿He culpado a Dios por lo que ha pasado en mi vida?” Este examen comenzará a darte una idea de cómo te relacionas con otras personas y tu capacidad para tener una relación íntima con alguien o algo.

Tu experiencia de intimidad con alguien o algo refleja directamente tu deseo y tu capacidad de experimentar a Dios. Porque ¿qué es la verdadera intimidad sino la capacidad de experimentar afinidad? ¿Qué es la afinidad sino la capacidad de unir tu vida y tu mente con otros? Tu éxito en el matrimonio, en los negocios y en el mantenimiento de tu salud personal está directamente relacionado con tu experiencia de Dios. No puedes ir más allá con alguien o algo de lo que puedes ir con Dios. Si tu experiencia de Dios está oculta por el idealismo o las ilusiones, así serán tus relaciones con los demás y con el mundo. Si la confianza en Dios es parcial o inexistente, entonces tu confianza en la gente y tu confianza en la vida será la misma. Si tu afecto por Dios está limitado por tu condenación del mundo, tu afecto hacia los demás se verá limitado por tu condena de su comportamiento. Es por esto que debes considerar tu relación con Dios antes de considerar cualquier otra relación. Dios es tu relación primaria.

Muchas personas piensan que su relación principal es con ellos mismos, pero ¿cómo puedes tener una relación contigo mismo a menos que ya estés disociado de ti mismo? Una relación debe suponer que hay por lo menos dos partes involucradas, o la idea de relación no tiene sentido. Si fueras una persona con una sola mente, una meta y una orientación, no habría ningún valor en la consideración de que tienes una relación contigo mismo. Porque ¿quién está en relación? ¿Qué diferencia hay entre el observador y tú mismo? Debido a que hay relación, hay por lo menos dos aspectos. Si tienes una relación contigo mismo, entonces tú ya estás disociado de ti mismo. Existe un tú que no eres “tú mismo”. ¿Entonces quién es ese tú que no eres tú mismo? ¿Y quién el yo que no eres tú?

Por lo tanto, es necesario que aceptes que estás disociado de ti mismo, que estás disociado de los demás y que estás disociado de Dios. Esto se debe en parte a tu propia etapa de desarrollo en la evolución, y es en parte debido a la condición del mundo, que requiere que seas una persona independiente con una conciencia y un conjunto de valores independientes, y así sucesivamente.

Por lo tanto, no pienses que tu relación contigo mismo es tu relación primaria, ya que sin tu relación con Dios, no tendrías ninguna base real para la comprensión de ti mismo. Tú simplemente sentirías aprecio por ti mismo cuando eres agradable y sentirías rechazo hacia ti mismo cuando eres desagradable. Confiarías en ti mismo cuando eres digno de confianza y desconfiarías de ti mismo cuando no eres digno de confianza. Tu evaluación de ti mismo se basaría enteramente en tus ideas. Tus ideas, entonces, serían los criterios para las relaciones aún más que tu comportamiento, ya que sólo puedes determinar tu comportamiento por tus ideas o por tus conclusiones, que son también ideas.

De hecho, tu evaluación completa de tu relación contigo mismo, con los demás y con el mundo está basada en ideas. Sin embargo, tu relación con Dios no se basa en ideas. Se basa en la experiencia de afinidad y propósito. Tú tienes un propósito para estar en el mundo. Dios quiere que hagas algo. Es tu voluntad hacer algo. En la realización de tu verdadera voluntad, te das cuenta de la voluntad de Dios para ti. Para entender cómo puedes servir a Dios, debes reconocer el alcance de tu poder y entender que el rango del poder de Dios es mucho más grande que el tuyo. Con esta comprensión, puedes comenzar a darte cuenta de cómo puedes servir a Dios y cómo Dios te sirve.

Esta evaluación golpea en el corazón mismo de la idea de la separación, que es principalmente una competencia por el poder. Es por eso que esta enseñanza en las relaciones y el propósito superior se refiere a la cuestión del poder. Muchas personas que están interesadas en la espiritualidad están en conflicto sobre la cuestión del poder y, a menudo no quieren hablar de ello en absoluto. Ellas prefieren hablar de la idea del amor, la felicidad o la satisfacción y evitar el asunto del poder. Sin embargo, tu disociación de ti mismo, de los demás y de Dios es ante todo una cuestión de competencia por el poder. Si tu poder individual está unido con el poder de Dios o separado del poder de Dios determinará si experimentas amor u odio, confianza o desconfianza, asociación o disociación con respecto a ti mismo y a otros.

Es en tu beneficio que no puedes poner tu dedo sobre Dios. Es en tu beneficio que Dios no es ni un cuerpo ni un objeto. Tú juzgas cuerpos y objetos, y puedes disociarte de ellos. Sin embargo, es mucho más difícil juzgar y disociarse de la Presencia de Dios. Puedes ir acercándote o alejándote de un cuerpo o un objeto, y puedes proyectar imágenes sobre ellos. Cuerpos y objetos siempre son falibles y por ello puedes condenarlos por su debilidad o imperfección. Cuerpos y objetos son o bien agradables o no, dependiendo de tus criterios de juicio. Como resultado, es más difícil de experimentar afinidad y relación real con un cuerpo o un objeto de lo que es con la Presencia. Cuando proyectas imágenes o juicios sobre la Presencia, ellos no tienen donde adherirse.

En esencia, esto significa que puedes relacionarte con Dios con mucha más facilidad de lo que puedes relacionarse contigo mismo, con otras personas, con objetos físicos, con el mundo o con el universo. Debido a que Dios es una presencia, tú puedes experimentar una afinidad con Dios mucho más inmediata y completa.

Dios está aquí, allá y en todas partes, envolviéndote, abrazándote y dándote propósito, significado y dirección. No tienes que juzgar a Dios en todo, porque Dios no es un objeto. O aceptas a Dios, o no lo haces. Si no aceptas a Dios debes crear sustitutos de Dios, porque es necesario tener un cierto sentido de propósito, significado y dirección para estar en el mundo. Si Dios no es tu propósito, significado y dirección, crearás tus propios sustitutos. A continuación, harás de tus sustitutos, tu Dios, y deberás amarlos y servirlos, porque debes amar y servir a algo en la vida. Algunos de estos sustitutos parecen benignos, y algunos son claramente destructivos. Sin embargo, todos ellos te privan de la verdadera relación. Todos te privan del verdadero propósito, sentido y dirección en tu vida debido a que un sustituto no puede realmente ofrecer estas cosas. Sólo puede reemplazarlos. Un sustituto no puede darte lo que la vida te da. Sólo puede imitar lo que la vida te da. Sólo puede estimularte temporalmente.

Dando un paso más, en última instancia, sólo puedes tener una relación con Dios o con tus ideas, porque todos los sustitutos deben ser ideas. Aunque puedes dedicar tu vida a apoyar a estos sustitutos, fortaleciéndolos y tratando de volver a experimentarlos, ellos son en esencia sólo ideas en tu mente a la que estás adherido. Por eso lo más importante y difícil para la gente es renunciar a sus ideas porque es en sus ideas donde ellos basan su identidad y sentido de seguridad y estabilidad.

Para disfrutar de tu relación con Dios, debes comenzar a dejar de lado a los sustitutos de Dios que has creado y que compartes con los demás. Dios es una experiencia pura de relación, porque Dios es una experiencia pura de afinidad. Es una experiencia pura de poder compartido. Es una experiencia pura del orden correcto de la autoridad en tu vida. Es una experiencia pura del amor y la inclusión. Si tu deseo de esta relación se fortalece y si tu capacidad de experimentar esta relación es expandida gradualmente, entonces serás capaz de experimentar esta afinidad con Dios dentro de tus relaciones significativas con los demás y con el mundo.

Sin embargo, si niegas tu relación con Dios, tanto de forma deliberada como involuntariamente, entonces sólo puedes apoyar tus ideas. Aquí intentarás utilizar tu relación contigo mismo y con los demás para hacer esto. Aquí intentarás hacer que tu relación contigo mismo y tus relaciones con los demás se ajusten a tus ideas. Esto conduce a la aflicción y la discordia, porque la vida existe sin tus ideas y otros existen libres de tus ideas. Si intentas hacer que los demás se ajusten a tus ideas, tratarás de encarcelarlos, y serás un prisionero junto con ellos.

Aquí tienes una ventaja con Dios, porque Dios no tiene un cuerpo. Dios es pura esencia y experiencia. Puedes experimentar a Dios en cualquier lugar, con cualquier persona y en cualquier situación. De hecho, cualquier verdadero placer que se deriva de cualquier persona, en cualquier lugar o con cualquier objeto se debe a que estás experimentando a Dios. Es posible que no pienses así dentro de esa experiencia, pero eso es lo que está sucediendo realmente. La verdadera felicidad siempre refleja la experiencia de tu relación con Dios.

No necesitas ser una persona religiosa o incluso tener una religión con el fin de experimentar a Dios. Si estás experimentando verdadera afinidad, inclusión y felicidad, estás experimentando a Dios. Aquí puede que no creas en Dios y puede que no pertenezcas a una iglesia, pero estás experimentando a Dios en algún grado. Estás teniendo una experiencia religiosa. El propósito de todas las instituciones religiosas es fundamentalmente proporcionar un entorno donde puedes cultivar tu deseo y tu capacidad de experimentar a Dios.

Si puedes ver que Dios es una experiencia y no simplemente una gran idea, serás capaz de ver la conexión entre tu relación con Dios y tu relación con los demás. Verá que tu relación con Dios te permite estar en relación con los demás de una manera real. Verás que tu devoción a Dios te permite ser devoto de otros. Verás que tu experiencia de poder compartido con Dios te permite compartir tu poder con los demás. Verá que tu capacidad de experimentar el amor de Dios determinará tu capacidad para experimentar el amor con los demás.

Es sabio que te preocupes desde un principio por tu relación con Dios. Sin embargo, debes permitir que Dios sea misterioso y esté más allá de definición porque la Presencia no puede ser puesta en forma. No puedes ser verdaderamente reverente hacia algo que has definido. Te puede gustar y apreciar lo que has definido, pero la reverencia siempre debe reservarse para lo que está más allá de la definición y lo que es misterioso. Puedes creer y ser devoto de algo concreto, pero nunca serás verdaderamente reverente hacia ello.

El intento de definir a Dios es el intento de hacer a Dios concreto. Este es un intento de hacer a Dios encajar con tus ideas. Sin embargo, este intento destruye tu capacidad de experimentar tu relación directa con Dios y con los demás. Tu verdadera relación con Dios está siempre más allá de la definición. Es misteriosa. El objetivo final de tu crecimiento y desarrollo espiritual es construir el deseo y la capacidad de experimentar esta relación.

Tu relación con Dios ya está completamente establecida. Estás aprendiendo a recuperar esta relación mientras estás en el mundo. Se trata de la recuperación del Conocimiento, el cual contiene la experiencia de tu relación con Dios. ¿Hay esperanza para el mundo? Sólo si hay esperanza para ti. ¿El mundo experimentará curación? Sólo si tú puedes experimentar curación. ¿Qué es la curación, sino la renovación de tu relación más primaria? No hay otra verdadera sanación que esta.

La verdadera sanación es traer dos cosas que están disociadas a una relación significativa la una con la otra. Una relación significativa es una relación de propósito. Todo el mundo tiene un propósito, porque todo el mundo está aquí para hacer algo. El mundo es un lugar para actuar. Tu Antiguo Hogar es un lugar para ser. El mundo es un lugar para actuar porque es un lugar de trabajo. Trabajar implica lograr tareas. Tu Antiguo Hogar es un lugar permanente, el mundo es un lugar temporal. Tu Antiguo Hogar es un lugar de paz, el mundo es un lugar de acción.

Tu relación con Dios es lo que debe ser sanado, pues es el principal conflicto en tu vida. Tu disociación de Dios es la fuente de todos tus conflictos y discapacidades. Sin embargo, la resolución de este conflicto fundamental se llevará a cabo dentro de tu relación contigo mismo, con los demás y con el mundo. En otras palabras, el problema es tu relación con Dios, pero la solución se establece a través de tu relación contigo mismo, con los demás y con el mundo. La curación real debe establecerse en el marco de estos tres ámbitos. El poder para que puedas hacer esto te es dado por Dios.

Debido a que Dios no puede ser visto, es más fácil para ti experimentar afinidad con Dios. Sin embargo, si te consideras a ti mismo sólo un objeto o un cuerpo, tú sólo te relacionarás con otros objetos y cuerpos. Sin embargo, si te experimentas a ti mismo como parte de la Presencia, entonces aprenderás a reconocer la Presencia en los demás. Esto es parte del proceso de curación.

La base de todas las relaciones es el propósito. Por ejemplo, tú tienes una relación con la ropa que usas porque ella sirve a un propósito. Tú tienes una relación con la casa en la que vives porque ella sirve a un propósito. Esto puede parecer obvio, pero es una idea revolucionaria una vez que comiences a abrazarla y ver su aplicación. La gente usa sus relaciones con los objetos y con los demás con el fin de cumplir sus fantasías e ideas acerca de sí mismos. Sin embargo, este no es un propósito genuino.

Todo lo que valoras, lo valoras porque sirve a un propósito. Sin embargo, con Dios experimentas afinidad pura. El alcance de tu deseo y tu capacidad para experimentar esta afinidad pura determinará por completo la calidad de tus relaciones y tu vida en el mundo. Sin esta experiencia de afinidad pura, continuarás intentando determinar tu experiencia a través de la realización de tus ideas.

En lo que respecta a tu relación con Dios, tú no necesitas tener respuestas, sino únicamente hacer las preguntas. Haces estas preguntas para poder abrir la puerta de tu propia realización. La vida no consiste en tener respuestas. Ya tienes un montón de respuestas, y ellas no han respondido a tus necesidades más profundas. Así que tener respuestas no puede ser el énfasis. La experiencia debe ser el énfasis. Las relaciones se sanan mediante la experiencia. Aunque las ideas pueden dar lugar a este tipo de experiencia, ellas por sí mismas no son la respuesta.

Piensa cuidadosamente, entonces, en lo que se ha presentado hasta ahora en este capítulo inicial. Las puertas se han abierto, pero las respuestas finales no han sido dadas. Debido a que eres un aprendiz, no debes contentarse con respuestas. Debes buscar la comprensión real. La comprensión implica tanto la comprensión intelectual como la experiencia de afinidad o de saber. Este saber es lo más importante, y la comprensión intelectual es secundaria. Este saber te reconecta con Dios y con tu mayor propósito para venir al mundo. Aquí empiezas a experimentar a Dios en el contexto de tu relación contigo mismo, con los demás y con el mundo. De hecho, se te envió al mundo para hacer esto. Es por eso que has venido al mundo con un propósito. Este es tu regalo para el mundo y para ti mismo. También es tu regalo para Dios.

Tu relación contigo mismo, con los demás y con el mundo, son los tres ámbitos en los que Dios es experimentado, tu propósito es descubierto y realizas tu contribución. Es de estos tres ámbitos de los que ahora debes preocuparte. Estos son los escenarios de tu realización en el mundo.