Enfermedad y sanación


Como le fue revelado a
Marshall Vian Summers
el 28 de mayo de 2011
en Boulder, Colorado, Estados Unidos

Texto original: Illness and Healing

Escucha el audio original aquí (en inglés):

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Lo que estás leyendo en este texto es la transcripción de la voz original de la Asamblea Angélica hablando a través del Mensajero Marshall Vian Summers.

Aquí, la comunicación original de Dios, que existe más allá de las palabras, es traducida al lenguaje y el entendimiento humanos por la Asamblea Angélica que supervisa el mundo. La Asamblea después entrega el Mensaje de Dios a través del Mensajero, tras lo cual es transcrito y puesto a tu disposición y a disposición de todos.

En este extraordinario proceso, la Voz de la Revelación está hablando de nuevo. La Palabra y el Sonido están en el mundo. Que puedas ser el receptor de este regalo de Revelación y puedas estar abierto a recibir su Mensaje único para ti y para tu vida.




Nota a los lectores:
Esta traducción fue provista a la
Society por estudiantes del Nuevo Mensaje que se han ofrecido voluntariamente a traducir el texto original en inglés. La publicamos en esta forma inicial para que todo el mundo tenga una oportunidad de interactuar con una porción del Nuevo Mensaje en un su propio idioma.

Enfermarse es parte de la vida, es un peligro de la vida, una consecuencia de la vida. Existen muchas causas: exposición a sustancias peligrosas, estrés, decepción, deseo de alejarse del desafío de la vida propia, exposición a otras personas enfermas, depresión, dolor. Cualquiera o todas estas cosas pueden estar presentes para iniciar la enfermedad.

Si vas a estar con personas, a servir a la gente, a involucrarte con el mundo, la enfermedad, hasta cierto punto, será parte de tu experiencia. Y si bien hay muchas teorías sobre la causa de la enfermedad y las curas para la enfermedad, existe algo que es esencial en el núcleo del asunto, y es, la intención de vivir y la experiencia de tener un propósito mayor en la vida.

Sin esta intención y este propósito emanando fuertemente de ti, existe una ambivalencia, una posición ambivalente hacia la vida. Estarás en la vida mientras la decepción no sea demasiado grande. Participarás en cierto grado solo si puedes adquirir las cosas que deseas.

Si estas intenciones son decepcionadas, entonces surge la ambivalencia. Dejas de cuidarte bien. No haces lo que sabes que debes hacer para estar bien y tener salud. Te descuidas. Evitas lo que es beneficioso y comienzas a pensar en aquellas cosas que son dañinas o incluso peligrosas para ti. Esto es tanto fisiológico como psicológico.

Muchas personas parecen estar sanas, pero no están bien por dentro. Ellas son extrañas para sí mismas. No conocen su naturaleza más profunda. Ellas intentan vivir el momento y adquirir tanto placer, comodidad y seguridad como puedan, pero dentro de sí mismas están perdidas, son víctimas de las circunstancias. Ellas no pueden ganar contacto con su fuerza más profunda, su coraje más hondo y su propósito más profundo.

Incluso, hay personas muy atléticas, que parecen ser la viva imagen de la salud física, pero sus mentes son oscuras; el alma está alejada. Ellas también están muy agobiadas por el miedo y la decepción, y por una gran incertidumbre sobre sí mismas y sobre el significado de sus vidas.

Así, esta cualidad insana, de estar disociado de ti mismo, es la precursora de dificultades físicas: de lesiones y enfermedades. No puede ser que, si tu estado interno es fundamentalmente insano, esto no se manifieste en algún momento en tu vida física externa.

Las decisiones que tomas cada día en cuanto a cómo vivirás, qué comerás, qué harás, el grado en que te comunicarás o el grado en el que te alejarás de la gente, todo ello influye en tu salud y bienestar.

Quienes están realmente sanos están comprometidos con un profundo y mayor propósito. Ellos pueden entrever las penas y los placeres del mundo con una perspectiva mayor, con una sabiduría más profunda. No desperdiciarán su vida ni su tiempo, aquí en la tierra, en actividades sin sentido, en romances desesperados o en relaciones peligrosas; todas las cosas que conducen a una mayor y profunda condición de estar enfermo.

Se necesita una gran intención para vivir en el mundo con determinación, paciencia y compasión por los demás. El mundo parece erosionar estas cosas, decepcionarlas o incluso socavar estas cosas.

Si eres honesto contigo mismo, habrá decepciones. Cometerás errores. Fallarás en ciertos objetivos. Otras personas fracasarán en sus objetivos. Toda una nación puede fracasar en sus objetivos.

El fracaso está a tu alrededor. La depresión está a tu alrededor. El desaliento está a tu alrededor. La deshonestidad está a tu alrededor. Por lo tanto, se necesita una gran determinación para superar estas cosas, para alterar tu compromiso con las personas y para buscar a aquellas que tienen mayor coraje e incentivo en la vida.

El mundo, en cierto sentido, es un lugar muy insano teniendo en cuenta quién eres realmente. Es constantemente problemático. Tiene peligros tremendos, muchos de los cuales son invisibles e imprevisibles.

El entorno humano está lleno de desánimo, desilusión, agravios y corrupción. El cuerpo físico requiere mucho cuidado para funcionar bien e incluso aquí te pueden afectar enfermedades o lesiones. El espectro del desánimo puede ser abrumador y muchas personas se sienten abrumadas por ello.

Por eso, se necesita una gran determinación, y esta determinación debe surgir de un sentido de propósito mayor en la vida, un propósito que es más fuerte, más persistente y más generador de vida que todos los demás factores en tu vida que buscarían debilitarte y socavar este incentivo.

Aquí afrontas la enfermedad con mayor valentía y paciencia. Tú la superarás y tendrás la intención de superarla porque tienes cosas importantes que hacer, y esta importancia no es meramente circunstancial. Va más allá de la simple obligación de regresar al trabajo o de ser productivo para tu familia. Este incentivo es más fuerte incluso que estas cosas.

Es este incentivo el que te permite no sucumbir al desánimo y la ira, a la desilusión y la desesperanza, que se apoderan de tantas otras personas, de muchas otras personas que están muertas incluso antes de haber abandonado este mundo: muertas para sí mismas, muertas para el mundo, muertas para la belleza y la maravilla del momento, muertas incluso para los milagros y ventajas que contienen sus vidas.

La luz se ha atenuado dentro de ellas. Aunque parezcan estar sanas y saludables por fuera, no les irá bien en la vida. Y con las Grandes Olas de cambio que llegan al mundo, ellas no tendrán el coraje, la fuerza o la perspicacia para prepararse.

¿Qué puede hacer Dios por ellas más que intentar hablarles a través de su desilusión, su depresión, su desánimo, sus agravios hacia otras y hacia ellas mismas?

Por eso Nosotros te llevamos a las preguntas más importantes de tu vida: por qué estás aquí, qué estás destinado a hacer. ¿Estás realmente viviendo la vida que estabas destinado a vivir? ¿Estás realmente haciendo las cosas que estabas destinado a hacer, aunque en este momento no sepas cuáles son?

Más allá de toda la especulación sobre la causa de la enfermedad y todos los remedios —algunos de los cuales son muy útiles— existe esta pregunta esencial porque esta determinará si tienes esa mayor determinación en la vida: ese mayor compromiso para estar aquí, para resistir las tormentas del mundo, para superar los desalientos y decepciones que vivirás y verás a tu alrededor. ¿Tendrás tú esa mayor determinación?

Esta no es producto de la fuerza de voluntad o de la afirmación personal. Debe provenir de un lugar más profundo dentro de ti, de una Mente más profunda: la Mente que Nosotros llamamos Conocimiento, la Mente que Dios ha creado, la Mente que tenías antes de venir aquí y la Mente que tendrás después de partir.

Tomar los Pasos al Conocimiento, por lo tanto, es lo que te lleva a la fuente de tu fuerza, de tu integridad y de tu determinación. Es esta determinación, más allá incluso de la voluntad de vivir y del miedo a perder tu vida, la que te impulsará hacia el mundo con mayor fortaleza y ​​coraje.

No es sencillamente que estés resistiendo la enfermedad y la vejez. Es que tienes cosas importantes que hacer y aún no están hechas. Y ahora estás siendo impulsado, no por el miedo, la ira o la fuerza personal. Estás siendo impulsado por un incentivo mayor desde el centro de tu Ser.

Sabes que has venido al mundo para un propósito. Sabes que ese propósito fue establecido antes de que tú vinieras. Sabes que está conectado a tu Fuente. Sabes que este es la fuente del significado y del valor de tu vida.

No es una idea. No es un concepto. No es una teoría ni una filosofía. Es una potente experiencia dentro de ti. Debes seguir adelante. Debes levantarte de enfermedades y lesiones. Debes continuar. Y esto no es simplemente una terrible obligación. Es un estímulo, lleno de intención y de compromiso para el éxito.

¿Qué encenderá el espíritu humano? Ésa es la pregunta que rara vez se hace en cuestiones relativas a la salud y el bienestar.

¿Cuándo es activada tu alma? ¿Cuándo tu vida se vuelve realmente importante, no sólo para asegurar placeres y ventajas y evitar dificultades, sino realmente para alcanzar algo que sabes que tienes que lograr aquí?

Entonces, si estás enfermo, incluso gravemente, tienes el compromiso de cambiar tu vida, de alterar tus hábitos y tu relación con otros si es necesario. Te enfocarás en seguir adelante en vez de sucumbir a las condiciones del momento.

¿Qué encenderá el espíritu en una persona? Eso es lo que nos preocupa a Nosotros. No cuán bien lo estás haciendo circunstancialmente, ni si estás ganando dinero o cumpliendo tus metas, porque puedes hacer eso incluso en un estado muy poco saludable.

La pregunta para Nosotros es: ¿Qué encenderá el espíritu de la persona y de la gente? ¿Estarán a la altura de una gran ocasión, no impulsadas ​​por el miedo y el pavor sino impulsadas por una inspiración mayor?

Ese sería el punto de inflexión para la humanidad, que se enfrenta a un mundo en decadencia, un mundo con recursos menguantes y con creciente perturbación y convulsión política y económica.

¿Qué inspirará a las personas a unirse, cooperar y renovar la salud y el bienestar de este mundo, del que todos dependen tan completamente?

¿Quién dará valor, inspiración e ímpetu a la persona que está gravemente enferma o gravemente herida? ¿Sucumbirán a la tragedia y el trauma de su situación, y estos dominarán el resto de sus vidas y toda su visión de sí mismas y del mundo? ¿O se levantarán de nuevo, no basándose en la fuerza de las ideas, sino en el poder del Conocimiento que hay dentro de ellas?

Al final, cuando este mundo ya no sea parte de tu experiencia, reflexionarás sobre este propósito con tu Familia Espiritual. Ese será para ti el marcador del éxito o del fracaso.

Todos tus otros grandes logros, si no sirvieron directamente a este propósito mayor y no te dieron la fuerza, el coraje y la sabiduría para encontrarlo y seguirlo, bueno, al final no importa si vives en una mansión o si tienes gran riqueza o estás rodeado de gente atractiva o hace grandes proclamas sobre ti mismo mientras te pavoneas. Tuviste éxito o no lo tuviste en tu mayor compromiso en la vida.

Si fracasaste a causa de la pobreza y la opresión, no habrá juicio alguno contra ti por ello. Sólo quedará el deseo de retornar e intentarlo de nuevo.

Por eso, como en todos los asuntos de la vida, debes volver al propósito esencial que te ha traído hasta aquí. Este no es simplemente una definición o una afirmación que tú mismo haces. Es el producto de una involucración más profunda con el Conocimiento, una participación que altera tu perspectiva y tus prioridades. Este cambia tus relaciones y aporta claridad y armonía a tus esfuerzos. La participación es lo que enciende el compromiso y la conciencia de un propósito superior. Esa es la fuerza y ​​el poder que produce más vida y salud dentro de ti.

Puedes pasar el resto de tus días tomando medicinas y pociones para intentar corregir o mejorar tu situación y tu condición de salud, pero si no estás implicado en la participación, y en la expresión de esa participación en términos de tu propósito e involucración en la vida, entonces sólo es cuestión de alargar tus días, de prolongar una vida que realmente nunca llegó a su verdadera realización. Y te sentirás ambivalente al respecto, tal como lo son tantas personas.

La ambivalencia es una señal segura de que no estás involucrado con el Conocimiento, porque al nivel del Conocimiento, las cosas son un sí o un no. Lo que es posible, lo que es un tal vez en la vida, estas cosas son atenuadas aquí, porque te roban energía. Te hacen perder el tiempo. Desperdician tu concentración. Desperdician tu salud.

Entonces, a medida que llegas a este propósito superior, te das cuenta de que debes desarrollar una salud muy buena para tu cuerpo y también para tu mente. Debéis nutrir tus vehículos de comunicación y no contaminarlos con las cosas más oscuras del mundo ni con las cosas peligrosas del mundo.

El incentivo para hacer esto surgirá dentro de ti y encontrarás la disciplina para hacer esto realidad. Superarás la ambivalencia, que es quien te roba tu compromiso y tu autodisciplina.

Una fuerza mayor surgirá y superará las otras voces en tu mente —la pereza, la indolencia, la indecisión, las laxitudes, las emociones patéticas, la autocompasión— porque estás aquí para hacer algo importante. Esto es lo que te restaura. Esto es lo que te redime. Esto es lo que te saca del abismo y te lleva hacia adelante.

Así que, si estás enfermo o herido, haz lo que sea necesario para ayudar a tu cuerpo, pero considera realmente lo que encenderá tu espíritu y te inspirará hacia una vida mayor. Estas son las grandes preguntas que determinarán el valor de tu vida. Porque si tu vida no tiene un valor que puedas experimentar, serás ambivalente sobre ello. Una parte de ti querrá vivir y otra parte querrá darse por vencida; todo ocurriendo, probablemente, por debajo de tu conciencia.

Eres ambivalente acerca de estar en tu vida actual. Eres ambivalente incluso acerca de estar en la vida. ¿Qué mensaje envía eso a tu cuerpo físico, a tu vehículo de comunicación? Es como si le estuvieras diciendo a tu cuerpo que esté bien o que no esté bien, todo a la vez. Estás recibiendo mensajes contradictorios de tu mente porque tu mente está confundida. Ella quiere cosas que son muy diferentes.

Quiere vivir, pero también quiere escapar y aplazar. Quiere avanzar, pero también quiere darse por vencida. Y si las cosas se vuelven demasiado difíciles o hay demasiadas pérdidas en tu vida, la parte de ti que quiere darse por vencida prevalecerá. Ahí es cuando comenzarás tu verdadero declive.

Estar en el mundo pero no ser del mundo, significa que tienes un Poder que te está llevando adelante y que es mayor que todas las demás fuerzas que te destrozarían o te derribarían. Es este Poder Mayor el que te impedirá entregar tu vida a personas y situaciones que no tienen ninguna promesa, independientemente de la apariencia que puedan tener en el momento. No te desperdiciarás en personas o actividades que no van a donde tú necesitas ir.

Por eso vivir para el momento es realmente posicionarte para ser una víctima del mundo. Eso es como decir: «Seré feliz si todo va como quiero». Pero las cosas no van a salir como tú quieres. Incluso si intentas controlarte a ti mismo y a otras personas para lograr los resultados deseados, las cosas no saldrán como tú quieres; no siempre ni frecuentemente.

Entonces, decir «Yo vivo para el momento» es decir «Yo dependeré de mis circunstancias para hacerme feliz». Y cuando tus circunstancias te decepcionen, caerás en la oscuridad dentro de ti mismo. Cuando tu cuerpo se enferme o se deshabilite, te sentirás desesperado e indefenso porque no existe un mayor incentivo para impulsarte.

La parte de ti que es realmente poderosa —la que tiene un propósito para estar en el mundo, la que es determinada, esa parte de ti más grande— estará más allá de tu alcance. No la experimentaste. Tú dependías de las circunstancias para darte felicidad y satisfacción, y estas te han fallado, tal como te fallarán en la vida.

Cuando el barco haga agua, no bajarás de ese barco. Caerás en la tristeza. Caerás en la desesperación. Y te hundirás con ese barco.

La inspiración debe venir de dentro y debe estar respaldada por una vida que resuene eso y vea eso en otras personas. Debe ser una vida que tenga una influencia y un énfasis positivos, no basados ​​en meras esperanzas o deseos, sino en la fuerza de tu propio poder del Conocimiento.

Esto es lo que permite a las personas superar y hacer grandes cosas, tener un gran impacto en otras, perseverar donde otras han fracasado, y establecer grandes cosas para el futuro y el bienestar de la civilización humana, en cualquier campo, en todos los ámbitos.

Por lo tanto, si estás enfermo, herido o incluso profundamente desanimado y consternado, regresa al poder y a la presencia dentro de ti. Bajo la superficie de tu mente está el Conocimiento. Es fuerte. No está consternado. No le teme al mundo. No teme las pérdidas ni las dudas futuras.

Vuelve a esto. Toma los Pasos al Conocimiento. Eso es lo que genera vida y propósito, porque el propósito es vida en este mundo.

Encuentra el manantial de fuerza, bienestar e integridad dentro de ti mismo y eludirás la mayoría de las calamidades de la vida, la mayoría de los escollos de la vida. No te entregarás a personas o situaciones que no tienen promesa ni dirección porque tú tienes promesa y dirección.

Esto es lo que te sana a ti y al mundo. Eso emana del Conocimiento, más allá del reino del intelecto. Más allá del ámbito de las ilusiones y las buenas ideas, es este poder y potencia lo que te llevará adelante y le dará a tu vida una gran promesa al servicio de aquello que es profundo y universal.